Hola a todos mis compañer@s y a usted maestra Ángeles.
Como pude narrarles la primera vez que me presente, del cómo llegué a ser maestra fue muy sencillo. Una de mis hermanas ya había egresado de una Normal Rural, por lo tanto ya estaba sembrada la semilla en casa. Las otras dos ya cursaban el primero de Normal. Por consiguiente la cuarta o sea yo, ya tenía el camino trazado para seguir esos pasos.
Cabe aclarar que esa inquietud la compartíamos todas las amigas de secundaria. En 1978 ingresé a la normal después de haber concluido la secundaria, presenté el examen de admisión en la Escuela Normal Urbana Federal del Istmo quedando en el lugar 45 de la lista, de ciento 180 lugares.
Los cuatro años de estudio fueron los más emotivos, porque en cada semestre nos íbamos a una semana de práctica a las escuelas primarias, cercanas a la normal. Los alumnos me llamaban la “maestrita” porque solo tenía 15 años.
Teníamos que preparar nuestras planeaciones de esa semana y era nuestra maestra de didáctica quien daba su visto bueno en este documento, también elaboraba mi material didáctico que se utilizaba y claro que preparaba la clase que me correspondía dar.
En el cuarto semestre en el servicio social elegí junto con mis amigas el poblado más lejano a la normal y nos trasladábamos por lo general de aventones, y cada chofer que nos levantaba nos daba nuestra buena regañada por viajar de ese modo. Pero es que era una forma de ahorrar algo.
Mi primera comunidad, con la que me estrené fue una pesquería, viajaba en una camioneta de tres toneladas cuarenta y cinco minutos para llegar a una ranchería y tomar la primera lancha que pasara haciéndose una hora por mar, de lo más fascinante, porque a mi me encanta.
En esa comunidad de 150 habitantes llegué para ser la maestra de todos los grados, de primero a cuarto. También asistían otros niños de otros ranchos cercanos a la pesquería ellos llegaban a caballo, conformando al grupo 30 alumnos. Era como estar lejos de todo, no había luz, no agua, no baños, no casa del maestro. Pero eso sí moscos al por mayor.
Para bañarme tenía que irme con las señoras a un riachuelo que estaba como a 30 minutos caminando, por consiguiente cuando regresaba ya venía sudando. Para mitigar la sed solo tomaba refresco y para el baño ya se imaginarán. Pero eso si en comida me fue genial comía los mejores mariscos frescos, sacaditos del mar. Por lo que subí algunos kilos. Cuando llegué pesaba 42 kl. Y cuando salí ya pesaba 49 kl.
Después de mi primer año de servicio me dieron cambio a mi pueblo. Estaba nuevamente en casa, bajo el cobijo de papá y mamá.
En ese año ingresé a la Normal Superior de Oaxaca e inicié la Licenciatura en Ciencias Sociales, solamente me quedé a la mitad del camino, la escuela se cerró y yo no quise emigrar a otro estado, estuve cuatro años sin estudiar nada.
A insistencias de mis hermanas me inscribí en la UPN una extensión que se formó en Arriaga Chiapas y ahí estuve dos años, porque nuevamente me nacieron las ganas de estudiar otra licenciatura en la Escuela Normal Superior de Oaxaca. En esta ocasión tome la especialidad de Español.
Trabaje por diez años como maestra de primaria, donde tuve la preciosa oportunidad de ver como mis alumnos aprendían a leer y escribir, escucharlos cuando ya no deletreaban y lo orgullosa que me sentía cuando me tocaba ser la maestra de guardia por una semana, en el programa de homenaje eran mis chiquitines quienes lo conducían. Jugar con ellos ensuciarme a la hora del recreo era una odisea.
Recibí una invitación de trabajar en el bachillerato, salí de mi pueblo. El primer contacto con estos jóvenes fue con la materia de Estructuras Socioeconómicas de México, el cuarto semestre y es que una particularidad de estos bachilleratos en su mayoría son más mujeres que hombres, en este salón solo había dos hombres y ellos controlaban al grupo. Me informaron que en este salón ya habían hecho llorar a una compañera maestra y no me prometían nada bueno. El director me presentó con ellos y me dejó para que yo pudiera desempeñarme.
al salir el director empezaron a platicar e ignorarme, me quedé callada unos minutos, me senté y empecé a pasar lista con vos baja, algunos contestaban y otros ni se habían percatado de esto. Conforme avanzaba el pase de lista, note que se iban callando hasta quedar solo mi voz y el del que contestaba presente.
Una vez terminado el pase de lista, les dije que les daría los contenidos de la primera unidad, así como las actividades que se desarrollarían.
Una vez pasado ese trago de ver que no me habían puesto incomoda, empecé a platicar con ellos y al final del módulo me dieron la bienvenida. Prueba superada.
Ya han pasado 15 años y el estar con jóvenes han despertado en mí la inquietud de seguirme preparando, tomando cursos y diplomados, presénciales y en línea, la Maestría en Comunicación y Tecnología Educativa. Y tengo algo muy claro, “ME GUSTA SER MAESTRA”.